Uno de los momentos más difíciles para familiares y cuidadores dentro de la enfermedad de Alzheimer es cuando la otra persona no nos reconoce.
Los niveles de frustración y desesperación por parte de la familia que intenta "reconducir" a la persona o que pregunta constantemente ¿quién soy? son bastante altos. El primer paso es asumir que esa persona, debido y como síntoma de Alzheimer, ya no nos recuerda. Pero no recuerda nuestro rostro o nuestro nombre porque ha perdido la memoria, aunque sí sigue teniendo sentimientos como el afecto, por lo que una cara amable y servicial, un gesto de comprensión y cariño, siempre le hará sentir bien, cómodo y en familia.
Llegar al punto de no visitar o disminuir la frecuencia de los encuentros con este familiar debido a que "total, no nos reconoce" es un fallo más frecuente de lo que creemos. Que la persona no nos recuerde no significa que no podamos seguir aportándole los cuidados y el cariño que necesita. Él no nos recuerda pero nosotros sí sabemos quién es, las vivencias, las historias que hemos compartido con esa persona, los momentos... Aunque, a veces, ni por su comportamiento él mismo siga siendo él ¿es suficiente motivo para apartarnos de su vida? Quizás ahí sea cuando más nos necesita.
Es cierto que en muchas ocasiones esta situación de no reconocimiento les lleva a estar irritados o miedosos pero, imagínate que te despiertas una mañana rodeado de extraños ¿cómo te sentirías? Ante esta situación lo mejor es presentarse, paciencia, cariño, amabilidad, voz suave y sonrisas, si se siente bien desaparecerá la agitación.
Es una situación difícil y dolorosa pero os aseguro que si miramos en el fondo de sus ojos seguimos estando ahí, al igual que en su corazón.
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