Los beneficios de la fisioterapia son múltiples dependiendo del momento en el que se encuentre el paciente y las condiciones del mismo.
- Motricidad gruesa y fina. Con motricidad gruesa trabajamos grandes movimientos que nos ayudarán a controlar la marcha o sentarnos de manera independiente por ejemplo. Con respecto a la motricidad fina, con la ayuda de un terapeuta ocupacional nos centraremos en movimientos más precisos en grupos musculares más pequeños que terminarán siendo gestos como llevarse la cuchara a la boca o coger un bolígrafo.
- Coordinación. Muy relacionado con la motricidad fina tenemos la coordinación, sobre todo en gestos que implican precisión o intervienen muchos pequeños grupos musculares para llevarlos a cabo.
- Equilibrio. Uno de los principales problemas del Alzheimer es la falta de equilibrio y la descoordinación. Existen multitud de ejercicios para trabajar este aspecto dependiendo del estadío en el que se encuentre el paciente.
- El cuidado de los músculos y la elasticidad. La rigidez, la pérdida de fuerza o las contracturas por malas posturas son habituales en pacientes con Alzheimer en diferentes grados durante todo el proceso. En un estadío más temprano encontraremos sobre todo problemas posturales que repercuten en la musculatura y en fases más avanzadas la rigidez y sus consecuencias estarán más presentes.
- Patologías puntuales. También es útil en momentos puntuales por lesiones o patologías agudas.
- Para cuidadores. Además de las personas con Alzheimer, su círculo más cercano, sobre todo los cuidadores, sufren un gran desgaste físico y sicológico derivado del cuidado de la persona. Por ello, como insistimos siempre, es importante cuidarse para cuidar.
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