La piel es la primera barrera con
la que se encuentran los gérmenes cuando atacan al organismo e intentan
invadirlo. Una herida es una grieta en nuestro sistema defensivo, una puerta de
acceso a nuestro interior, por eso es tan importante limpiarla, desinfectarla y
protegerla lo antes posible. Si a pesar de ello los gérmenes logran su
propósito, el cuerpo se defiende y en algunos casos provoca la aparición de pus
(exudado de color amarillo-verdoso), un signo inequívoco de infección.
Para saber si una herida está o
no infectada basta con prestar atención a una serie de factores: inflamación de
los bordes, calor local, dolor,
sensación de pinchazos y enrojecimiento del contorno. Cuando la infección está
en un estado más avanzado aparece pus, que además puede venir acompañado de
fiebre y malestar general.
ANTISÉPTICOS
Hacer frente a esta situación
requiere usar antisépticos, sustancias que, sin causar lesión alguna, destruyen
o inhiban el crecimiento de todo tipo de gérmenes en los tejidos, es decir,
utilizar antisépticos para prevenir infecciones o para combatir las que ya
existen. Existen diferentes tipos de antisépticos, con propiedades y mecanismos
de acción muy diferenciados. Uno de los antisépticos cutáneos más conocidos es
el alcohol.
Pero no todos los alcoholes son
iguales ni sirven para lo mismo. Consulte con su farmacéutico; el podrá
indicarle el que necesita en cada momento. Unos son aptos para la piel sana, es
decir, los podrá utilizar para desinfectarse las manos antes de hacer una cura,
y otros para desinfectar la piel dañada o heridas propiamente. Los primeros no
son un medicamento, los segundos sí. En concreto los alcoholes aptos para la
desinfección de heridas y/o piel dañada, son medicamentos sin receta y para distinguirlos
de los de piel sana, la Agencia del Medicamento
les da un código nacional que se encuentra comprendido entre el
intervalo del 999.999 al 599.999, asegurando de este modo el debido
cumplimiento requerido para la fabricación y comercialización de un medicamento
apto para la desinfección de heridas o piel dañada.
Como con todo medicamento, han de
seguirse una serie de precauciones, entre ellas, no poner alcohol en contacto
con las mucosas. Además, hay que tener en cuenta que cuando se usan con frecuencia
puede que la piel se irrite y se seque y que su campo de acción se limita a las
heridas superficiales o cutáneas, ya que con las heridas profundas y extensas
hay que actuar de otra forma.
La clorhexidina y el
cetilpiridinio son sustancias antisépticas que refuerzan el poder desinfectante
del alcohol, por eso algunas presentaciones médicas lo contienen. Hay personas
hipersensibles a la clorhexidina que, lógicamente, no pueden usar los alcoholes
que contienen este ingrediente. Por todo ello, antes de usar alcohol para curar
las heridas, lea las instrucciones y pregunte al farmacéutico.
HERIDAS LEVES Y GRAVES
En casa solo podemos atender las
heridas leves, es decir aquellas que afectan a la capa más externa de la piel. Hay veces que dudamos
sobre la gravedad de una herida. Cuando eso le ocurra tenga en cuenta estas
circunstancias: si la herida es extensa o profunda, o le parece que “tiene mal
aspecto” cubra la lesión con gasas estériles o paños húmedos, apriete para
cortar la hemorragia y acuda a urgencias. Además, cuando la herida es en la
cara, los ojos o los orificios naturales, siempre hay que ir al médico.
Una de las complicaciones más
temibles de cualquier herida es la infección por tétanos, una enfermedad grave
que puede tener un desenlace fatal. Una persona vacunada contra el tétanos no
puede contraer la enfermedad, por lo que recuerde mantener al día su vacunación
antitetánica y la de sus familiares.
DESINFECCIÓN PASO A PASO
1. Lo
primero es conseguir que tanto la persona que va a curar la herida, como el
propio accidentado, estén tranquilos.
2. Antes
de empezar y al terminar lávese bien las
manos con agua y jabón. Recuerde que puede desinfectárselas con alcohol.
3. Desinfecte
el instrumental que va a utilizar y póngase unos guantes para así no tocar la
herida de forma directa.
4. Limpie
la herida con agua y jabón o con suero fisiológico a chorro para arrastrar la
suciedad. Hágalo desde dentro hacia fuera, para evitar la entrada de gérmenes
en la herida. No se olvide de secarla con cuidado.
5. Recorte
pelos y posibles colgajos de piel con pinzas sin dientes y tijeras de puntas
redondeadas para dejar la herida lo más limpia posible.
6. Desinfecte
la herida con un antiséptico. El alcohol es una opción excepcional, pero tiene
que ser un medicamento. Aplíquelo dando toques con una gasa; la fricción es
dolorosa y puede dañar los tejidos, y hágalo de dentro hacia fuera.
7. Utilice
gasas estériles y evite el algodón, pues si quedan restos en el interior de la
herida, puede favorecer la infección.
8. Cuando
termine, proteja la herida con una gasa estéril sujeta con una venda o
esparadrapo.
FUENTE: EL PERIÓDICO DE LA FARMACIA. NÚMERO DE FEBRERO DE
2015
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