Las ferias y fiestas de San Juan se celebran en honor al
actual Patrón de la capital, adoptado como tal a principios del siglo XIX, al
serlo ya de la histórica catedral y de su obispado.
La víspera de San Juan, pasados los fuegos artificiales
se iba al Real de la Feria. Ubicado
actualmente al lado de Lusiberia , ha variado numerosas veces de sitio:
Carretera de San Juan, calle Obispo, Plaza de Minayo, San Francisco, Avenidas
de Colón y Huelva, Carretera de Olivenza, Glacis del Cuartel de Menacho, barriada
de la Paz, parques de la ciudad, etc...
Las atracciones clásicas de los años 60 y 70 eran:
El tío vivo, donde lo mismo te podías
montar en un animal, normalmente caballitos que subían y bajaban o algún vehículo como motos, coche de bomberos,
ambulancias… mientras dabas vueltas tranquilamente y saludabas a tus padres
cada vez que el carrusel pasaba por delante de ellos.
El Tren de los Escobazos o el de la
Bruja, en el que te montabas y cuando pasabas
sobre todo por la parte oscura y menos
te lo esperabas aparecía un hombre disfrazado de bruja, que iba
armado con una pequeña escoba, y comenzaba a darte escobazos a diestro y
siniestro.
Los coches chocantes, era una de las atracciones, que más tirón tenían,
comprabas las fichas, la introducías en la ranura que estaba en la parte
delantera del coche y listo para circular, había que tener mucho cuidado con los choques
frontales, al deslizarse por la pista los troles en forma de gancho soltaban en
contacto con la red del techo chispas.
En la tómbola, la gente compraba boletos y
esperaba con ansia ver si les había tocado algo, escuchando el grito de los
vendedores, según el año cambiaba el lema ¡otro perrito piloto u otra muñeca
chochona!...etc.
Las
casetas de tiro, las había de dos tipos:
de bolas y de escopeta (dispararlas era súper complicado) pero si conseguías
romper el palillo lo mismo te podías llevar un llavero, que un silbato, que una
botella pequeña de licor.
Por último no hay que olvidarse de otras muchas como: aquella Ola, el látigo, el
Gusano Loco, la Noria, el Martillo de fuerza, el Torpedo, las Sillas Voladoras
y un largo etc.
Y qué decir de los olores y los sabores con los
que nos podíamos encontrar en los puestos donde podíamos comprar: manzanas y
chupetes de caramelo, algodón de azúcar,
altramuces, chufas, coco fresquito, barquillos, turrón…
Y por último terminar con los churros atados en un junco con el famoso lema
“Churrería hermanos Pernía” de fondo.
Gracias a recuerdos y hechos autobiográficos tales como los relacionados con la fecha que nos acontece trabajamos en el taller de reminiscencia, las anécdotas que nos ayudan a activar la memoria remota y resaltar aspectos emocionales.
¡Vamos juntos a recordar!
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