Hoy 13 de Julio
celebramos el Día Internacional del Director de Orquesta, y vamos a hablar de
uno de los instrumentos que forman la orquesta que somos, el cerebro.
Vamos a imaginar
un piano, compuesto por muchas teclas conectadas entre sí por un circuito para
que funcionen. El conjunto de teclas nos permite reproducir perfectamente la
melodía para que nuestro piano suene bien.
Ahora imaginemos
que hay una avería en ese circuito que conecta las teclas. Poco a poco las
teclas dejan de funcionar dejando nuestro piano cada vez con menos notas, hasta
que llega un momento en el que estos fallos hacen imposible el funcionamiento
del piano.
Ahora pensemos en
el cerebro: cada tecla es una neurona y nuestro piano el cerebro. Cada neurona
ayuda a completar las funciones del cerebro. Mientras todo funciona bien, las
neuronas y todos los componentes del cerebro trabajan juntos para llevar a cabo
todas las tareas.
La enfermedad
gradualmente va “apagando” cada neurona del cerebro como se apagan las teclas
de nuestro piano. Para el cerebro es muy complicado enviar bien órdenes si las neuronas de manera individual no funcionan bien, ya que ellas son las encargadas de transportar la información. De toda esta situación se derivan los fallos a la hora de recordar, pensar o llevar a cabo actividades de la vida cotidiana.
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