jueves, 18 de marzo de 2021

Vamos a la cama que hay que descansar

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   En caso de que la noche sea un reto para la persona con Alzheimer afecta a él y a su alrededor, impidiendo su propio descanso y el de los que le rodean, llevando a levantarse tanto al enfermo como al cuidador con un nivel de cansancio e irritación que puede dificultar el día a día de ambos. Aunque creamos que no, esta situación se da muy a menudo en los hogares.

 

  • La hora de dormir: un hábito. Acostarse y levantarse a la misma hora y realizar la misma rutina de actividades previas a irse a dormir facilitará la relación de la llegada de la hora de acostarse con dormir
  • Evitar la luz artificial en exceso: Siempre manteniendo la seguridad. Es importante de día también aprovechar la luz natural, dar paseos en el exterior y relacionar esa luz con "no dormir"
  • La actividad física: La actividad física durante el día puede ayudar a conciliar mejor el sueño por la noche (evitar las horas previas a irse a la cama para realizar esta actividad)
  • Siesta sí, pero moderada: Cuanto más duerma de día, más probable será que no tenga sueño de noche. Una siesta de 15-20 minutos, un sueño reparador de la actividad llevada a cabo por la mañana es suficiente para descansar
  • La comodidad: Evitar la ropa excesivamente ajustada, el exceso de peso por muchas mantas o una almohada incómoda para la persona serán detalles que tendremos que tener en cuenta para un buen sueño. Nadie es capaz de dormir si se encuentra incómodo
  • La temperatura: 18º-22º. Una temperatura extrema tanto de calor como de frío puede ser muy incómoda para la persona y hacerle estar inquieta
  • Evitar todo lo que excite: Limitar el consumo de sustancias excitantes como la nicotina, el alcohol o la cafeína y situaciones de jaleo en momentos previos a dormir ayudarán a conciliar el sueño con mayor facilidad

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